El parador está construido sobre la cumbre de Cerro Pui Pinos, este castillo-convento de los siglos XII-XIII, se convertiría en 1179 en sede de la orden de los calatravos. El Hotel, dominando el paisaje del Bajo Aragón Turolense, conserva la torre del homenaje, el campanario-sacristía y la parte reconvertida en palacio aragonés del siglo XVIII.
Murales góticos, sepulcro plateresco y fachada barroca se insertan en un interior de suaves tonos rojizos, ocres y verdes, madera de roble en vigas y cuenta además con un plácido jardín. Desde el Hotel se pueden organizar un buen número de excursiones y actividades relacionadas con los deportes de aventura.
En su cocina se elaboran platos típicos de la zona como los huevos a la alcañizana, el ternasco asado y dulces típicos: tortas de Alma y almendrados, todos ellos podrán ser acompañados por los vinos de la tierra.
En definitiva un placer tanto para el descanso como para el paladar.